-Es por eso que yo dejé de buscarla hace unos sesenta años, porque busqué y busqué y nomás no
la encontré
-Que sí, la felicidad puede ser absoluta
-Pues no, porque para mí la felicidad es como una droga, mientras más la consumo más me gusta
y me hago adicta a ella; aparte eso de los vicios no va conmigo
-Entonces yo digo que comiences a buscarla otra vez
-No. Primero porque estoy cansada de buscar, segundo porque dicen las malas lenguas que si la
buscas no la encuentras y tercero porque se supone que la felicidad llega sola
-¿Y entonces?
-No sé
-Yo tampoco
©Tania Manriquez
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