Vamos juntos...

martes, 29 de septiembre de 2009

Limitaciones

Hay calles lejanas que no volveré a recorrer nunca.
Salí de un lugar y cerré las puertas que me llevan hasta el fin del mundo.
De todas las personas que conozco sé que hay muchas que no recordaré.
Sé que de todos mis montones de libros se encuentran algunos cuyas páginas no serán leídas nunca más por mis ojos.

El tiempo no me carcome, los carcome a ustedes y se carcome a sí mismo.

El tiempo pasa, y yo estoy sentada en un lugar cualquiera viendo las hojas caer.

©Tania Manriquez

sábado, 19 de septiembre de 2009

Latidos inquietantes

Por las noches cuando ausente está Morfeo busco en mi cama mundos desconocidos, esperando olvidar que en mi interior hay un corazón cuyo estrepitoso y constante latido no me deja dormir.
A veces no es tan malo dejar que el corazón se colapse,
al menos tendría más oportunidades de pensar.

©Tania Manriquez

lunes, 7 de septiembre de 2009

Bienvenida Despedida

Ab imo pectore

Cuando una persona sabe que está siendo devorada por una mentira lo primero que piensa es: tengo que salir de aquí ya.
Pero la mentira en un principio se ve bien, es tentadora, coquetea contigo, incluso sabe bien; es como una jugosa fruta, es dulce y está llena de placer.
Luego llega un momento en que esa gustosa mentira deja de serlo y se convierte en un juego en el que uno de los dos jugadores (o más) terminará perdiendo no solo la partida sino también el corazón.
Habrán sentimientos encontrados, frustración, lamentos, lágrimas...
Este es el precio que pagan aquellos que le apuestan a lo desconocido, quedarán hechos pedazos ambos: jugador-corazón, partida perdida, juego terminado.
Imposible llegar a un empate en el que ambos bandos sufran o gocen por igual.
No hay arrepentimiento, sólo nostalgia por todo aquello que pudo haber sido y no será.
Todo fue un juego complicado pero juego al fin...
Siempre he sabido perder.
Si señores, esto es Jaque Mate...
Empieza el segundo acto, the show must go on.

©Tania Manriquez

domingo, 6 de septiembre de 2009

Vete

Dejé una nota en tu sueño, escribí buena suerte en voz baja para que cuando soñaras no escucharas mi voz quebrada ni mi desesperación por no poder hacer nada para impedir tu partida.

Después grité fuerte: ¡buena suerte!
vete...

Luego desperté y te vi recostado en el sillón, callado, reposando, soñando.
¿Es que acaso no me escuchaste?

¡Buena suerte!
vete...
Eres Libre

©Tania Manriquez