Vamos juntos...

sábado, 3 de abril de 2010

Añoranza

La luna me confirma lo que hace rato venía presintiendo: es tarde.
Miro cómo el reloj marca el sonido del tiempo: tic-tac uno, tic-tac dos, tic-tac tres, tic-tac cuatro...
Es tarde y los recuerdos acuden a mi memoria, revolotean, me provocan, me llaman; unos se estrellan, se incrustan, otros se empolvan y carcomidos... se olvidan.
Me pongo a pensar en cómo eran las cosas antes de que todo esto comenzara. No eran muy diferentes, pero tenía menos que extrañar, cuestionaba menos y la incertidumbre de si volverías o no simplemente no existía.
Sollozo en silencio al pensar que dejé pasar muchos buenos momentos; me consuelo con una sola frase: "esto también pasará".
Tic-tac cinco, tic-tac seis... Los granitos de arena caen lentamente, como si ellos entendieran que necesito aprovechar todo el tiempo que hay en una hora.
Caen en silencio: saben comprender el dolor ajeno.
Escucho atentamente los sonidos que provienen de todos lados, una sola batuta al ritmo de cuatro tiempos y un compás.
Cierro los ojos para imaginar que de todo lo sucedido nada fue cierto; la cabeza comienza a adolecer, hay saturación de recuerdos.
Soplo velas, echo lave, cierro puertas; no quiero que me vean llorar.
Tic-tac siete, tic-tac ocho, empieza el final de los tiempos.
Tic tac nueve, entiendo: la añoranza sólo se presenta de noche, cuando los búhos ululan, los sueños cobran vida y yo tengo la oportunidad de pretender que nada de esto está pasando.
Tic-tac diez: es tarde, hora de despertar...

©Tania Manriquez