Por más que busco no encuentro el color de sus ojos en las hojas marchitas de los árboles.
Ese tornasol de otoño.
El no saber si es verde, rojo, negro, café…
Inexistente.
Mi cuerpo siente el frío aire de la mañana.
Siento la sombra de sus besos recorrer mi espalda.
Tan helados aquellos besos, como si solo quedara su alma.
Y pienso, y no pienso, intento pensar, no quiero.
Quiero sentir.
Intento
Intento.
No puedo.
Y lo siento.
Siento sus manos recorrer mi cuello, siento su mirada recorrer mi cara.
Mis mil caras…
Dice él que soy muchas.
Yo sé que soy una sola.
Me mira y me arrepiento. Me arrepiento de haber pensado diferente.
Para él no existe el tiempo.
Para mi sólo existe el momento.
Él toma mi alma como si fuera suya, es suya.
La maneja como si fuera algo preciado; no lo es.
Me dejo llevar por las vibraciones de su aliento.
Los latidos de su corazón.
El ritmo de su cuerpo.
Él dice:
Soy tuyo.
Yo digo:
Soy tú
Y entonces dejo caer las lágrimas.
Verdes, rojas, negras, cafés.
Tornasoladas
Inexistentes.
Oxidadas.
Inexistentes.
Suyas.
Existentes.
Y su mirada invadió el cuarto.
Y su mirada invadió mi mente
Y el silencio era tan ruidoso…
No había más miradas...
Sonreí.
Entendí.
Había abandonado el momento.
La risa de la desgracia salió de mi cuerpo junto con aquellas lágrimas.
Verdes, rojas, negras, cafés…
Tuyas.
©Tania Manriquez
1 comentario:
jo, debe ser que estoy algo melancolico hoy, o no se que, pero esto me ha gustado mucho, los colores, la imagen de todo y nada entre pestañeos...
le felicito, un placer pasar, saludos señorita :)
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