Vamos juntos...

jueves, 11 de octubre de 2012

Renuncias

Hoy, señoras y señores
renuncio.
Y lo hago nada más
por procurar ser coherente
y estar acorde con
mis propios fracasos.

Renuncio por sólo imaginar
historias y amores
en vez de salir y realizarlos.

Por escupir al cielo
y no hacer nada
para evitar mis propias maldiciones.

También lo hago por llorar
por las cosas más simples.
Como perder mi libro favorito,
acabar con la tinta de la pluma
o ponerle fin a las hojas en blanco.

Renuncio por no saber desnudarme
por no haber aprendido aún
a despojarme del pudor, de la ropa
o del pasado.

Hoy, señoras y señores
renuncio sobre todo
por no saber comprenderme


©Tania Manriquez

2 comentarios:

Gustavo dijo...

Bueno no se. a mi me parece qie no debes renunciar. Debes seguir. Por ahi a veces vienen momentos malos, lo se. Pero tampoco debes rendirte ante la adversidad. Les daras el gusto a aquellos que no desean verte bien. Debes luchar por lo que mas gees, salir, estar con las personas que mas quieras, conocer lugares, gente, etc.
Pero lo pero es bajar os brazos. Si nos toco nacer es por algo. Para dejar una huella, pintar un nuevo color en el cuadro, escrinir una nueva melodia
Un abrazo

El conocimiento es un amigo mortal dijo...

El abismo más insalvable es el que se abre en la más estrecha línea. Lo que está lejano puede alcanzarse, pero lo inalcanzable está siempre a un paso.
El abismo separa no por su anchura, sino por su profundidad. Aparentemente, el otro lado está a la mano, a un pequeño salto.
Esa es la ambigüedad del abismo. Parte de su fuerza procede de su engañosa estrechez, de la cercanía con que nos ofrece la otra orilla. Podemos verla, imaginarnos en ella, casi tocarla. Un casi que es un infinito. Ésa es su añagaza, pues lo que cuesta, pero vemos cerca, lo dejamos sin realizar, porque pensamos que siempre, en cualquier momento podremos realizarlo.
Platón hablaba de un abismo entre el mundo sensible y el inteligible. ¿ Por qué ?, ¿ no indica su imagen de la línea precisamente la continuidad entre ambos ? Ambas cosas no se excluyen, el abismo mantiene la continuidad porque su separación no es longitudinal, sino profunda. Saltar esa fosa supone un esfuerzo especial, y transfigura a la persona.
Un modo del abismo es la distancia entre pensamiento y acción. El pensamiento, la imaginación, la fantasía, es algo que permite el abismo, a lo que incita el abismo. Pensamos, imaginamos, fantaseamos como si estuvieramos ya en el otro lado. Marginamos en nuestra mente la acción, la damos incluso por supuesta. Y, si nos decidimos a ejecutarla alguna vez, nos damos cuenta entonces de una extraña e invencible resistencia, con la que no habíamos contado. Hay miedo, o hay pereza, y nos traban los pies.
Me pregunto por qué no saltamos los abismos. Si hay alguna imposibilidad dictada por nuestro destino individual ( entonces " insalvable " o " invencible resistencia " no son exageraciones ) o si se trata, como parace a primera vista, de una elección costosa ( entonces sí lo son ).
Y también me pregunto por los abismos no saltados nunca. Son las vidas que pudimos vivir y no vivimos, y destilan un dolor especial las noches de insomnio. Cuando alcanzamos lo que amamos con toda el alma ya no seguimos buscando. Creo que, de algún modo, esos abismos son un adelanto de la muerte.


Un abrazo.