Desde el nacimiento hasta la muerte, de lunes a lunes,
de la mañana a la noche,
todas las actividades están rutinizadas y prefabricadas.
Erich Fromm
Es de las pocas veces que escribo con un color de tinta diferente en esta hoja porque me gusta mucho como es el punto de la punta de esta pluma.
Que hay veces en las que lloro porque tengo muchos problemas, o porque no tengo ninguno y lo único que tengo son mis ganas de llorar.
Ningún año hasta el momento ha sido mío en su totalidad; creo que este no será la excepción.
Mi cumple-años llegará en siete días y por eso estoy deprimida, aunque mi mamá diga que la depresión viene desde tres meses antes.
¡Ja! Hoy sigo sin tener lo que quiero y a quien quiero y quien me quiere aún no me tiene y no me tendrá.
Si hoy se le ocurriera venir (después de unos cuatro o cinco años) y me dijera que me ama le diría sin pensarlo que yo también... Que yo también me amo y que soy la persona más feliz o más desdichada del mundo (como guste usted).
A partir de hoy me levantaré más temprano; a las cinco v e i n t i c i n c o de la altísima madrugada, sólo para no llegar tarde y no acarrear más problemas, aunque estos lleguen solos sin que los llames, para siempre estar presentes porque el destino es muy manchado y esta vez me manchó a mi.
De nuevo estaré viajando en metro, en la mañana, en la tarde y en la noche... en la noche no porque tengo que descansar para estar lista a la madrugada siguiente y repetir lo mismo de todos los días.
Cuando estés el en metro entra, ve feo a quien te ve feo o a quien quiera incomodarte, saca los audífonos del celular o del iPod; o de cualquier gadget que traigas hoy. Escucha la música y no mires a nadie que no quieras encontrar mirándote; saca ese libro que tanto te interesa y continúa leyendo, a ver si así comprendes por qué ese "pergamino" sólo puede ser leído por Will cuando sea algo o alguien que no es ahora, para después llegar a la última estación del metro, salir, atorarme en los torniquetes, subir las escaleras y medio matarme, salir nuevamente y soportar chiflidos y miradas lujuriosas de unos idiotas pervertidos. Llegar al paradero y soportar a la señoraodiosa que nunca me quiere dejar subir al microbús; esperar a que el microbús se llene, ahora agárrate de a ver dónde para sacar dinero de la bolsita de cambio, pagarle al chofer y no morir en el intento. Llegar a mi parada, caminar por el puente, voltear para confirmar que soy una paranoica en potencia y que nadie me está siguiendo.
Dar gracias al cielo porque llegué sana y salva a mi casita, preparar la comida, mandar mensaje a mi papá diciendo que ya llegué y que estoy bien, correr como loca por las escaleras para contestar el teléfono, contestar con voz agitada o de plano no contestar y mandar un mensaje diciendo: "No llames, estoy en el baño".
Ver las noticias y darme cuenta de que el mundo cada día está peor y soportar comentarios de la gente diciendo que nuestro país es una mierda.
Llegar a mi cuarto, prender la tele, acostarme en mi cama, poner la alarma a quién sabe que hora, por si las dudas. Encontrar la fuerza de voluntad suficiente para levantarme, prender la computadora y escribir ese famosísimo ensayo (en un idioma que no es el español) sobre un tema misterioso lo suficientemente interesante para que las personas lo lean y para ver alguien se molesta en escuchar.
Llorar porque no se que más hacer, hacer berrinche, calmarme, tomar un baño, espera a que se aclare tu mente, y tomar el valor suficiente para volver a escribir.
Investigar sobre las cosas que sí me gustan y sí me interesan, bajar y prender la luz de afuera, ver tele, escuchar música, esperar a que lleguen, cenar, soportar tu mal o buen humor; escribir un poco más...
Molestarte y decir que me voy a dormir, que fue un día pesado y que ahora sí no llego ni a mi cumpleaños, o tal vez a mi cumpleaños sí. uno o dos días más (para disfrutar los regalos) y después de eso si arrivederci.
Acostarme y fingir estar dormida, llorar en silencio y quedarme dormida para unas cuantas horas después despertar con los ojos hinchadísimos.
Y así repetir la misma rutina hasta mis próximas lejanas vacaciones.
Llorar, llorar, llorar por los cambios que no se han dado, por la comida decembrina que sigue instalada en mi cuerpo y que ja,ja por las malas tendrá que salir... porque después de la travesía recorrida tengo que llegar a hacer un poco de ejercicio.
Porque con el tiempo hay una cana más y luego una cana menos sobre mi cabello.
Esperar a que ocurra un milagro y ganarme la lotería (aunque nunca participe) o volverme millonaria na'más porque yo digo.
Intentar concientizar a la gente para que cuide a la Tierra; abrazar al mundo a través de un árbol.
Practicar magia, leer el Tarot, leer mi horóscopo y reírme porque hace más de mucho tiempo que no creo en él.
Dormir hasta tarde esperando a quién o a qué. Pensar en ti, en tú y en todos los demás.
Soñar mientras duermo un poco y otro poco mientras estoy despierta.
Mis pies que seguirán estando fríos... levantarme al baño a tantísimas horas de la madrugada.
Levantándome de mal humor rezo para que este día no sea tan desastroso, esperando el fin de semana con infinita ansiedad.
Llegar al maldito lunes y comenzar todo de nuevo.
Visitar a mi mamá porque fue su cumpleaños, nadar y dormir un poco.
Mañana estaré cansada y no es para menos; hoy fue un día muy pesado.
¿Lo ves?, me estoy pareciendo a ti... y eso que tengo unos mil años menos.
Yo ya no quiero hacer nada porque el todo es nada y ahora quiero hacer todo.
Ya vinieron a molestar otra vez; no se marchan.
Okey ya me ocupé.
Ahora sí todo se acaba
¡cómo no!
FIN
©Tania Manriquez